martes, 24 de abril de 2012

"Do as I Do"





Girando por la web nos podemos encontrar con novedades y trabajos novedosos que pueden cambiar nuestra forma de ver y entender conceptos e ideas. A mi me ha pasado descubriendo el sistema de entrenamiento propuesto por Claudia Fugazza que se llama "Do as I Do".
Este innovador método de entrenamiento se basa en la capacidad natural del perro de aprender por imitación y representa, a mi juicio, una gran evolución en la manera de entrenar al perro.
El "Do as I do" se basa en la capacidad social del perro de aprender por imitación y, además, crea un protocolo que podemos seguir en el entrenamiento del perro. Es evidente que no se puede utilizar para enseñar todo, pero sin duda se trata de un paso adelante en el adiestramiento y de una forma de unir aún más hombre y perro. Mirando los vídeos de esta entrenadora he tenido la sensación que realmente se puede trabajar junto: no se trata de dominar o mandar sobre el perro, si no que nos acercamos más, entendemos más profundamente el vínculo que nos une, simplemente porque hacemos las mismas cosas...Aquí os dejo algunos vídeos...

http://www.youtube.com/watch?v=d_ipfb2f8Gc&feature=relmfu

http://www.youtube.com/watch?v=qLuzgnYNSIY&feature=relmfu

http://www.youtube.com/watch?v=MdLpW-9pd0c&feature=relmfu

Y una entrevista interesante

http://memodog.blogspot.com.es/2011/02/interview-with-dog-trainer-claudia.html

jueves, 12 de abril de 2012

La relación entre el perro y el hombre entre historia, realidad, mitos y leyendas



Es una verdad incontestable que la civilización humana sin la colaboración con los animales no se hubiese desarrollado de la forma que hoy la conocemos. La evolución de la relación entre hombre y animal es una fascinante aventura en la que no faltan contrastes, desafíos, luchas, victorias y derrotas, pero que se repropone siempre de forma diferente y siempre nos enseña que el hombre no puede pensar en su evolución sin considerar que es parte de un equilibrio natural.
De hecho hoy en día cambia la percepción de la relación con el animal: no se trata de explotar el animal a ventaja del hombre, si no que el animal pasa a ser un interlocutor que aporta su punto de vista en un verdadero diálogo permitiendo al hombre crecer y desarrollarse a la luz de estas nuevas prospectivas que lo hacen más humano. Nace la zooantropología.        

Los ancestros
En 2008, en Bélgica, en la cueva Goyet, se encontró la evidencia científica más antigua de la domesticación del perro. Este descubrimiento debido a paleontólogos del Instituto Real Belga de Ciencias Naturales, hace retroceder la fecha de inicio de la relación hombre-perro a unos 31.700 años, en plena era Auriñaciense, al inicio del Paleolítico Superior. El perro encontrado es muy parecido al moderno Husky aunque de dimensiones mayores, las de un Gran Danés.

Muchas son las teorías acerca del origen y domesticación del perro. Acerca de su origen, se admite que el perro desciende del lobo (Canis lupus), aunque algunos científicos han teorizado que chacales y coyotes también participaron en la genética del perro como hoy lo conocemos.
Sobre la domesticación tampoco hay acuerdo: pensando en tiempo en los cuales el hombre debía competir con los animales por el alimento, parece difícil creer que tuviese el tiempo y los conocimientos para seleccionar sujetos más dóciles, cruzarlos entre si y obtener animales adaptados a sus necesidades. Además la idea de domesticar un lobo parece más cercana a una película de ficción que a la realidad y más por un hombre primitivo con problemas más urgentes por resolver. Según el  profesor Raymond Coppinger; la naturaleza salvaje del lobo hace imposible su domesticación. Así que para explicar la domesticación introduce una característica de la conducta de los lobos llamada “distancia de vuelo". Esta característica sería crucial en la posibilidad de domesticar al lobo. La distancia de vuelo consiste en la posibilidad que algunos sujetos dejen acercarse más a un posible peligro, compreso el hombre, antes de huir. La teoría más acreditada describiría un escenario muy diferente: el hombre primitivo construye asentamientos en los cuales abundan los desperdicios, importante fuente de alimento por el lobo que es un cazador pero ocasionalmente puede comportarse de carroñero. Así que sujetos con distancia de vuelo más corta, utilizaron estos desperdicios como fuente de alimento, introduciéndose poco a poco en los asentamientos y acostumbrándose a la presencia del hombre.  Según estas observaciones, la domesticación y evolución de lobo a perro no se debería a la acción del hombre, si no a la selección natural en crear sujetos genéticamente menos desconfiados y tranquilos que crearon poblaciones con estas mismas características que se transmitían a las nuevas generaciones, aumentando la tolerancia hacia el hombre y pudiendo crear una relación con él. Como podemos ver, la imagen del hombre domesticando seres salvajes y agresivos pierde su fascinante y romántica atmósfera de mito para acercarse más a una realidad en la cual la naturaleza sigue teniendo su primordial importancia en el desarrollo de hombres y animales. 

La Edad Antigua
Signos de la importancia que el perro va asumiendo al lado del hombre se encuentran en las más antiguas cuevas prehistóricas, en las cuales pinturas rupestres muestran figuras caninas en situaciones de caza. En los Kurgan, tumbas en las cuales se enterraban los muertos en las poblaciones de centro y este de Europa y Asia central, a veces podemos encontrar también enterrados sus animales, a partir del V milenio a. C. y siguiendo con los hunos como últimos representantes  (siglo V d. C) o los nómadas magiares (siglo VI).
En las antiguas civilizaciones de la región del Tigris, Eufrates y Nilo, nos llega constancia del Saluki o Galgo Persa, ágil y rápido, utilizado por aquellas poblaciones durante la caza. En las poblaciones musulmanas que más tarde ocuparon la región, el Saluki se considera un regalo de Allah y es también utilizado en la caza. Esto no obstante el perro no sea bien considerado en su cultura hasta el punto que llamar una persona “perro” se considera un grave insulto. De estos perros derivan los greyhounds modernos.  


En el Antiguo Egipto encontramos las más famosas representaciones del dios Anubis, una figura humana con cabeza de perro (cinocéfalo), que según la mitología ayuda la diosa Isis a sepultar dignamente Osiris, perseguido hasta en la muerte por el maligno Seth. Como dios de los muertos preside funerales y acompaña los muertos pesando sus almas. Se trata un perro “Tesem”, o perro de los Faraones, que tiene mucho parecido con el Podenco Ibicenco de las Baleares y Península Ibérica, presentando un cuerpo longilíneo y orejas rectas y puntiagudas.



Más allá de la mitología, el perro en el Antiguo Egipto se consideraba un fiel compañero, sobre todo de los potentes: perros momificados se han encontrado enterrados con sus amos y en figuras pintadas en las paredes de sus tumbas. En el famoso abanico encontrado en la tumba del Faraón Tutankhamon, se puede ver un perro que lo acompaña en la caza.



Figuras de perros vigilan las tumbas y los lugares sagrados de los egipcios y en muchas culturas indo-iraniana son perros que vigilan el puente de Tschinavat donde dioses puros e impuros se disputan las almas de los difuntos. Hoy en día en las poblaciones de Parsis de la India Occidental, un perro se pone a lado de un moribundo porque lo mire a los ojos antes que muera.
La costumbre en los pueblos antiguos de enterrar perros con humanos se muestra en poblaciones de la Siberia como en el México precolombino y demuestra antiguos contacto entre Eurasia y continente americano.         
En la Grecia Antigua era muy difusa la agricultura y el pastoreo, así que el perro se utilizaba también en otras tareas, aunque se prefería para cazar: Ulises caza por las verdes colinas de Itaca con su fiel Argo que será el primero en reconocerle a su vuelta después de los años de peregrinaciones: esto se cuenta en la Odisea de Homero:




Palazzo Milzetti, Sala di Numa Pompilio: Ulisse riconosciuto da Argo (particolare del soffitto)

…con todo, bien a Ulises notó que hacia él se acercaba y, al punto,
Coleando dejó las orejas caer, mas no tuvo
Fuerzas ya para alzarse y llegar a su amo. Éste al verlo
Desvió su mirada, enjugóse una lágrima…
… y a Argos sumióle la muerte en sus sombras
No más ver a su dueño de vuelta al vigésimo año.”

Siempre en la mitología griega el perro Cerbero vigila la puerta del Hades, el inframundo para los griegos, para que los muertos no puedan salir y los vivos no puedan entrar. Se representa como un perro con tres cabezas, una negra, una roja y una blanca, los colores de Tierra, Agua y Luna. Objeto de muchos mitos, fue sumiso por Heracles en una de sus fatigas y seducido por el canto de Orfeo permitiendo su ingreso en el Hades en búsqueda de Euridice, Hermes logró dormirlo usando agua del río Lete mientras que en la mitología romana, Eneas lo adormeció usando tortas de miel con droga.


Asociado al poder de sanar encontramos al perro asociado a Asclepio, dios griego de la medicina que se llamará Esculapio para los romanos. 

El filósofo Diógenes tenía como apodo “el perro”, y sus seguidores se nombraban “cínicos” de cynotis que en griego significa perro.   En una ocasión le preguntaron al filósofo cínico Diógenes que porque tenía de apodo “El perro”, a lo que él contestó: “Muevo el rabo ante los que me dan algo, ladro a los que no me dan y muerdo a los malvados”.

En cuanto a las razas de perro más difundidas en la época, Aristóteles describe siete razas de perros en Grecia: el Epiro, pastor grande y fuerte, el meliteo, pequeño y delicado y antepasado del maltés, los perros guardianes de Laconia, los molosos, muy apreciados por los cazadores, los de Cirene, Egipto y la India. Alejandro Magno utilizaba, en sus batallas, poderosos molosos famosos por ser capaces de enfrentarse a leones y elefantes. Los utilizaba en formación en las batallas para sembrar el pánico en las tropas enemigas.
En la civilización romana el perro asume el rol de guardián de los rebaños y de la casa y de guerrero al lado de los soldados en las diferentes campañas, sobre todo en contra de los Gallos, como recuerda Shakespeare en su Julio Cesar. Estos perros guerreros estaban armados de collares de puntas afiladas, mientras otros ejemplares se utilizaban como perros de enlace: se les hacía ingerir un tubo de cobre que en su interior contenía un mensaje, cuando llegaban a destino eran eviscerados para recuperar el tubo con la información. Con Julio Cesar apareció el “Canis pugnacis”, con fuertes mandíbulas y antepasado de los modernos bulldogs dogo de Burdeos y Dogo o Alano Alemán.


La verdad es que al menos al principio los romanos no se preocupaban de la raza así que el escritor Varrón en su obra “De re rustica” sugería que un perro de pastoreo debía ser criado y educado por un pastor porque si lo educaba un carnicero podía atacar al ganado, mientras si educado por un cazador se pondría a perseguir la presa dejando el ganado.
Los perros de los romanos eran tipo moloso, grandes y fuertes con orejas pequeñas y erguidas y fuertes colmillos. Se utilizaban también para la defensa de la casa y conocidos como “perros de familia”. De hecho en la entrada de las casas romanas (celebres son las de las casas de Pompéia) se podía leer una inscripción que ponía “Cave Canem” es decir cuidado con el perro. Estos perros eran alimentados, pero se tenían atados con pesadas cadenas para aumentar su agresividad y la verdad es que funcionaba…



La imagen del perro se asocia al infinito alternarse entre vida y muerte: así que la trecena y última constelación del antiguo zodíaco mexicano es la del perro. Esta constelación indica la muerte y el  fin, pero al mismo tiempo reafirma que desde el fin hay una nueva renalcita, de un nuevo y renovado comienzo.  

En la mitología Celta a menudo los guerreros se comparaban a los perros para honorarlos.  Así el nombre del gran guerrero Cúchulaín significaba “el perro de Culann” La llegada del cristianismo asoció el perro a la presencia diabólica, así que en Bretaña el “perro negro” encarna las almas perdidas y el mismo demonio asume la forma de un perro negro para atormentar a los humanos.

En algunas culturas se llegaba a promulgar leyes para la protección de los perros: en la población de los Burgundos (que ocupaban el territorio de la actual Borgoña), una ley condenaba a los ladrones de perros a abrazar públicamente el trasero del perro y si se negaba debía pagar una multa al propietario y una al tribunal.

El Medioevo y al Renacimiento.
En el Medioevo la pobreza difusa y las escasas e inadecuadas vías de comunicación hacían los viajes peligrosos también por la presencia de manadas de perros igual que de lobos. En estos años oscuros, la religión seguía considerando los perros como encarnación del demonio, aunque tanto los ricos como los pobres se acompañaban a los perros que eran parte de la vida cotidiana. Para los ricos señores el perro era un fiel compañero de caza y a los jóvenes se les enseñaban las aptitudes guerreras para que las desarrollase a través de la educación. Parte de esta era la cacería: el joven adiestraba a su propio perro hasta llegar a una verdadera complicidad en la cual perro y hombre estaban unidos por la misma pasión.

Caccia notturna. Paolo Uccello

Se practicaba también una empírica selección genética en la cual se buscaban dotes de resistencia, capacidad de buscar y perseguir a la presa y la agresividad. El mismo rey de Francia cuidaba mucho sus manadas de perros y en los documentos de la época podemos admirar miniaturas como las del museo Condé di Chantilly en las cuales se aprecian las razas de perro de la época y los cuidados también sanitarios que se les dedicaban. De todos modos en la época paleocristiana y bizantina las representaciones de perros son escasas, a excepción de las de San Bernardo que afirmaba que no se puede amar el próximo si no se ama a su propio perro o San Roque que se representa en compañía de un perrito que le traía comida cuando enfermó de peste. 

El mismo Giotto en la capilla Scrovegni representa una escena conmovedora del perro de Joaquín que intenta consolar a su amo, y testimonia la fidelidad y devoción del mejor amigo del hombre.

El Renacimiento representa una época de cambios: los perros siguen siendo utilizados en la caza, pero asumen cada vez más el papel de animal de compañía sobre todo de niños y señoras que prefieren razas de tamaño pequeño que pueden adornar con elegantes accesorios, mientras que los galgos son los más representados en las escenas de caza. Aparecen los primeros tratados de Veterinaria y son numerosas las pinturas en las que vemos fieles perros a los pies de las familias aristocráticas.


Retrato de una dama con perro

Mientras tanto en el Nuevo Mundo los perros se utilizan por los conquistadores para derrotar las poblaciones autóctonas. Poderosos molosos como Becerrillo y su hijo Leoncillo  son tristemente famosos por matar a numerosos indígenas y prisioneros.  

La Era Moderna
Acabados los tiempos de mitos y leyendas, en la historia moderna el perro ha asumido siempre más un papel de fiel compañero del hombre en su historia y sus conquistas. De las epopeyas de las exploraciones de Ártico y Antártico, imposibles sin el soporte de las formidables manadas de perros nórdicos, a la participación en las últimas Guerras Mundiales como perros mensajeros, sanitarios,  de tiro y portadores.



Más tarde en tiempos de paz, la especialización de los perros los ve protagonistas de numerosas historias de salvamento y rescate, como ayuda de la policía en la búsqueda de explosivos y drogas.




La literatura y más tarde el cine y la televisión crean nuevos héroes a cuatro patas que nunca serán olvidados. Es el caso de “Colmillo blanco”, “Lassie”, “Rin Tin Tin”, los tebeos de Snoopy, Asterix y Obelix con el simpático Idefix, Tin Tin y su inseparable Milou  hasta las memorables historias de Walt Disney  “4 cachorros para salvar”, “La Dama y el Vagabundo”, “101 Dálmatas”, citando los más famosos.


Se desarrollan actividades humanitarias en las que los perros son protagonistas. Es el caso de la terapia con animales utilizados en personas ancianas, niños con enfermedades o problemas cognitivos, minusválidos, presos y últimamente reduces de las guerras en Iraq y Afganistán. Aumentan los perros de compañía reforzando el estricto vínculo con el hombre. 

En esta breve historia hemos reafirmado que realmente el perro es un compañero insustituible sin el cual la historia de la humanidad probablemente no sería la misma, así como la vida de muchos de nosotros.

    

(Revista "Perros & Compañía nº 202 - Marzo 2011)

miércoles, 11 de abril de 2012

El lenguaje canino: así te habla tu perro


Todos los animales tienen la necesidad de comunicarse y recibir información del ambiente para relacionarse con él y desarrollar sus funciones. La forma de comunicarse de los animales es diferente y tiene diferentes niveles de complejidad: utilizan los sentidos para desenvolverse en el entorno con mecanismos más o menos desarrollados que en todo caso representan el resultado de millones de años de evolución. En este sentido podemos decir que cada especie tiene todo lo que necesita para sobrevivir desde el punto de vista de la comunicación. Las especies que presentan una organización social, como es el caso del perro, presentan una complejidad de lenguaje más elevada que tenemos que observar con atención e interpretar correctamente si queremos establecer una buena relación interespecífica hombre-perro.
 
Capacidad de comunicarse del perro
La primera cosa que debemos establecer son los actores de la comunicación, es decir, si los perros se comunican entre ellos o con el hombre. La comunicación entre perros no tiene dificultad alguna: utilizan los mismos lenguajes y códigos y pueden intercambiar informaciones a través de los sentidos. En esta relación pueden intervenir factores que dificultan la comunicación: un ejemplo sería cuando un perro no es correctamente socializado y no conoce los códigos de comportamiento con los de su misma especie. Hay animales que no respetan, por ejemplo, el ritual del saludo entre perros, el olfateo y las reglas de la jerarquía y por esta razón pueden presentar agresividad hacia miembros de su misma especie.
La comunicación perro-hombre es dificultada a causa del diferente código de lenguaje: no se trata solo del hecho que los perros no son capaces de hablar, sino también del hecho que nosotros los humanos, con el desarrollo del lenguaje, hemos gradualmente perdido la capacidad de interpretar signos diferentes: la comunicación verbal poco a poco ha sustituido la interpretación de gestos, olores, sonidos y sabores que por nuestros antepasados ancestrales tenían significado. Quizás es por esta razón que algunos de nosotros tienen dificultad de relación con los animales. Tomando conciencia de estos hechos, el hombre puede observar e interpretar el comportamiento del perro llegando a establecer una comunicación correcta, a pacto de conocer y respetar las reglas.
En este sentido cada persona que desee compartir su vida con un perro debe aprender estas reglas para no caer en errores que demasiado a menudo acaban en tragedia.
Nadie tiene dudas sobre la capacidad de comunicarse de los perros: ellos nos comunican su estado emocional (nerviosismo, calma, excitación, miedo), sus necesidades (salir, comer) y sus intenciones (jugar, atacar). Todo esto lo hacen utilizando su código que los humanos debemos aprender a entender.
Los perros poseen facultades excepcionales: tienen sentidos mucho más desarrollados que el hombre: son capaces de oír si su amo llega a casa, perciben olores que nosotros no somos capaces de percibir, como las secreciones corporales por ejemplo en caso de miedo o enfermedad. Según algunos estudios los perros serían capaces de prever un ataque epiléptico de personas con este tipo de enfermedad. Interpretan nuestras intenciones según nuestras posturas o acciones: saben cuando salimos y los dejamos solos, cuando los llevamos al veterinario, cuando los llevamos de paseo.
Los perros también tienen unos límites: pueden entender un restringido vocabulario de palabras, no son capaces de entender frases complejas aunque sí el tono de la voz, reaccionan a nuestros estados de ánimo de forma peculiar, no tienen consciencia del bien y del mal, tienen capacidad limitada de relacionar loe eventos en el tiempo.
Con estos conocimientos seremos capaces de interpretar de forma correcta lo que nuestro perro intenta decirnos o algunos comportamientos que de otra forma consideraríamos extraños.


Como se comunica un perro

Se debe observar que, aunque el lenguaje del perro sea codificado y tenga significados precisos, es posible que cada propietario establezca códigos alternativos diferentes con su perro, como si se tratara de un lenguaje que solo funciona entre ellos. Muchos propietarios son capaces de interpretar lo que su perro quiere comunicar  y muchos perros también pueden hacerlo con sus amos a veces sin necesidad de códigos, por convenciones, enlaces emocionales, costumbres que nos hacen creer que pueda existir el famoso sexto sentido del animal.
A parte existen las formas corrientes de comunicación que observamos a continuación.


  • Comunicación visual y gestual.
Aunque la vista no sea el sentido más desarrollado de los perros (de hecho es menos preciso que en el hombre), es un elemento importante en la comunicación considerando sobre todo los rituales de encuentro entre perros. 

-         Encuentro entre dos perros
Si observamos con atención dos perros que se encuentran, obtendremos informaciones acerca de su estatus jerárquico. Si los dos son del mismo rango se acercarán con orejas y colas erguidas pero sin señales de amenaza porque no deben demostrar nada y no quieren ser una amenaza por el estatus del otro. En caso de perros correctamente socializados, se pasará al olfateo de la zona genital para obtener información adicional. A este punto es posible que no pase nada o que uno de los dos intente demostrar su superioridad. En este caso puede empezar una pelea para la conquista de la posición de leader. Por esta razón es importante socializar correctamente todos los animales y en caso de encuentro con perros que no se conocen, controlarlos hasta que no se hayan configurado bien los roles de los dos.
En caso de encuentro entre perros de estatus diferente, el de rango inferior demostrará su sumisión con posturas codificadas, agachándose lo más posible al suelo, ofreciendo su zona genital para que el otro pueda olfatearla y en algunos casos se tumbará boca arriba.
Si se encuentran dos cachorros normalmente no habrá problemas de jerarquía y se pondrás a jugar, mientras si un cachorro se encuentra con un animal mayor podrá demostrarse demasiado entusiasta y ganarse un gruñido o una patada por parte del perro mayor.

Más específicamente cada movimiento de síngalas partes del cuerpo o posturas generales pueden transmitir mensajes al receptor atento. Considerando por separado las partes del cuerpo del animal podremos reconocer señales simples que se acompañan a otros movimientos o posturas en mensajes más complejos.

Por ejemplo la cola representa un elemento fundamental y se ha demostrado que animales que carecen de este elemento por selección genética o en los cuales se ha amputado, deben recurrir a la exageración de otros tipos de postura para comunicarse.
Otro elemento a considerar es la raza: cada una de las razas seleccionadas por el hombre ha desarrollado características morfológicas propias: por lo tanto existen razas que llevan colas erguidas y otras en las cuales la larga cola se lleva pendiente. En todos estos casos podremos considerar las posturas en general para obtener información.
En general si el perro mueve la cola se considera un síntoma de alegría: un movimiento rápido indica saludo, si la cola dibuja grandes círculos indica que el perro nos invita a jugar, aunque hay situaciones en las cuales si la cola está erguida y el perro la mueve puede significar que debemos ir con cuidado en acercarnos al perro. Otra postura interesante de la cola se encuentra en el ritual de encuentro entre perros: la cola se llevará horizontal y extendida, erguida para transmitir seguridad y baja en caso de sumisión o inseguridad.

Otro elemento importante de la comunicación son las orejas. También en este caso existe una variabilidad morfológica que hace más difícil la interpretación de señales que se expresan con el movimiento de ellas. En caso de orejas no colgantes, podemos considerar que el perro las lleva erguidas en caso de atención, rotando los pabellones hacia la fuente de la señal auditiva. Si las orejas están orientadas hacia atrás, puede significar que el perro tiene miedo o está en una condición de indecisión.

A través de los ojos se puede establecer una relación visual importante. Es importante observar que la mirada del amo representa una fuente de satisfacción por el perro: mirarlo significa que estamos por él, que tiene nuestra atención y aprobación. Por esta razón si lo miramos mientras está desarrollando un comportamiento indeseado, el perro interpretará que lo está haciendo bien. Un ejemplo es que cuando estamos a la mesa y el perro nos pide comida, si lo miramos se acerca, interpretando que lo estamos llamando para darle lo que quiere. La mejor forma de extinguir un comportamiento indeseado es ignorarlo.
Por otra parte cuando el perro nos mira también quiere comunicarnos algo. Una mirada fija puede indicar que nos está desafiando mientras apartar la mirada significa que quiere evitar un enfrentamiento (no debemos confundir esta mirada con sentimientos de culpabilidad que el perro no posee). 

Podemos además reconocer posturas complejas de miedo, agresividad y posible ataque, además de las que hemos mencionado de dominancia y sumisión, que, además que con los de su misma especie, los perros pueden utilizar también con el hombre.
Las posturas de miedo se manifiestan con temblores, orejas bajas, cola entre las piernas y pueden confundirse con las de sumisión excepto por los temblores, y evidentemente la situación. Un animal miedoso no debe ser confundido por inofensivo. Es posible que pueda atacar por la carga emocional que aporta el mismo miedo. Un perro miedoso no debe ser acariciado o mimado por su amo: las caricias y los mimos refuerzan el comportamiento y el animal aprende que de esta forma obtendrá la atención de su amo.
La agresividad tiene diferentes grados: desde el mostrar los dientes y los gruñidos, hasta el verdadero ataque durante el cual el perro lleva las orejas y desplaza todo el cuerpo hacia atrás para disponerse a atacar.






¿Por qué se comporta así?
Algunos comportamientos del perro que a primera vista parecen sin ningún significado, en realidad pueden ser explicados y comprendidos a la luz de su forma de comunicarse. Quizás si reconocemos estos comportamientos estaremos capacitados para relacionarnos mejor con nuestro amigo, entenderlo y saber actuar en consecuencia.

¿Por qué lame?
Necesita calor y cercanía con otros seres;
Reduce las tensiones agresivas en el dominante.

¿Por qué mueve la cola?
Para equilibrar la energía en caso de excitación;
Para manifestar su alegría y satisfacción;
Saludar.

¿Por qué salta sobre las personas?
Obtener atención;
Saludar.

¿Por qué da pequeños mordiscos?
Instinto de pastoreo;
Juego.

¿Por qué da la pata?
Es una petición de juego o atención al dominante: también se ha observado este comportamiento en perros sumisos hacia perros dominantes.

¿Por qué se sacude?
Es una forma de aumentar el riego sanguíneo y tonificar los músculos antes de empezar una actividad.

¿Por qué sacude objetos?
Es un movimiento instintivo que refleja un instinto de caza: se sacude una presa para matarla o desgarrarla. Los perros lo hacen sobre todo con juguetes ligeros y muñecos.

¿Por qué se persigue la cola?
Es posible que lo haga por aburrimiento y porqué se le proporciona poco ejercicio y compañía. Por falta de estímulos a su alrededor, el perro percibe su cola como la única cosa que se mueve a su alrededor.

¿Por qué mira hacia otro lado si lo reñimos?
El perro asocia la mirada fija como un signo de desafío: apartando la vista intenta calmarnos, decirnos que es sumiso y no quiere pelea. Normalmente este comportamiento también se asocia a una postura de sumisión que el dueño confunde con culpabilidad. Si castigamos al perro en esta situación lo despistamos: no entiende el porque del castigo si él está sumiso.

¿Por qué ladea la cabeza?
Es una forma para que los sonidos lleguen al oído del perro con más claridad.

¿Por qué da vueltas antes de tumbarse?
Es un comportamiento heredado de los antepasados: en la naturaleza un perro debe escoger un lugar para tumbarse. Dando vueltas se asegura que al tumbarse no habrá piedras, ramas u objetos molestos y además aplanará la superficie para que sea más cómoda.




  • Comunicación auditiva
 La comunicación a través de diferentes sonidos es quizás la más conocida por el hombre. Los sonidos más comunes que emite un perro se pueden clasificar en:
Ladridos;
Gruñidos;
Gemidos;
Aullidos.

Además de estos sonidos básicos, se deben considerar el tono y el número de repeticiones de cada uno de ellos. El tono es un complemento de la comunicación a través de sonidos. Puede ser grave normalmente en caso de aviso o menaza, agudos en caso de alegría, aunque si llegan a muy agudos pueden significar dolor.
Las repeticiones también pueden completar los sonidos anteriores. Si el sonido se repite de forma rápida puede indicar que el animal está excitado, mientras que sonidos prolongados pueden significar que el perro quiere avisarnos de algo.

El ladrido
Representa el rey de los sonidos del perro que caracteriza la especie. Aunque por mucha gente un perro que ladra es sencillamente una molestia, el ladrido puede manifestarse de formas diferentes que pueden informarnos sobre lo que el perro quiere comunicarnos.

ü      Un ladrido corto, agudo, como un grito: se acompaña a dolor o pánico;
ü      Un ladrido único y seco: puede indicar petición por ejemplo de comida si se acompaña a una mirada a la cara del propietario y a otra hacia por ejemplo el plato de comida;
ü      Uno o dos ladridos secos: indican una situación de saludo, el perro comunica interés. Se acompaña a movimientos horizontales de la cola;
ü      Ladridos repetidos rápidamente; quieren avisar de un posible peligro. El perro mira hacia el posible peligro con las orejas erguidas y el pelo erizado;
ü      Ladridos prolongados interrumpidos por pausas: indican aburrimiento. Son comunes en perros que pasan mucho tiempo solos;
ü      Un ladrido largo y mantenido: indica que el perro nos invita a jugar;


El gruñido
Siempre se suele asociar a situaciones desagradables por el perro y en la mayoría de los casos es así. El perro gruñe frente a situaciones de inseguridad o miedo con gruñidos de intensidad variable, mientras que gruñidos de intensidad baja son signos de agresividad, sobre todo si son acompañados de la postura de enseñar los dientes. En este caso el ataque puede ser inminente. Cuando gruñidos bajos se acompañan a ladridos, el ataque puede ser algo más retrasado: el perro no tiene bastante miedo para escapar, pero tampoco tiene claro que qui8ere atacar.
Una situación diferente se da en el caso del perro que juega, por ejemplo, a estirar una cuerda o un trapo. En este tipo de juego el perro gruñe simulando lo que haría en una pelea de verdad. No es aconsejable estimular estos tipos de juego violento en los perros.

El gemido
Es utilizado por el perro para pedir, sobre todo atención. Si los gemidos se desvanecen hacia el final pueden significar espera o inquietud por ejemplo de la comida, del paseo o del juego. Los cachorros emiten gemidos para llamar a la madre y pedirle cuidado y calor. Los perros adultos pueden emitir gemidos también si los encerramos por ejemplo en el jardín, siempre por la misma razón que los cachorros con su madre. Puede representar también, acompañado por posturas de sumisión, la forma con la cual un individuo sumiso intenta evitar agresiones por un dominante.

El aullido
Representa una forma de comunicación más propia de los lobos para comunicar con su manada y organizar el grupo. Un animal dejado solo puede aullar para indicar su posición al resto del grupo o transmitir que ha encontrado una presa. En los perros es menos frecuente aunque es un sonido que pueden emitir cuando los dueños los dejan solos como recuerdo ancestral de llamada a su manada. El aullido puede presentarse también como respuesta a sirenas de ambulancias o bomberos presuntamente porque el perro las interpreta como aullidos de sus congéneres.

Otros sonidos menos comunes pueden ser chillidos que el animal puede emitir cuando está satisfecho y feliz. Son sonidos muy agudos y breves.

  • Comunicación olfativa
Para los humanos representa el tipo de comunicación más difícil de entender. A este nivel existen diferencias tan marcadas entre especie humana y canina que es imposible imaginar el mundo desde la perspectiva de los perros. Ellos viven inmersos en un mundo de olores complejo que tienen significado y les transmiten informaciones preciosas sobre el ambiente y sus habitantes. Estos olores, representados por las feromonas, son una fuente fundamental de información: los perros pueden conocer el estado reproductivo de una posible pareja, el estado jerárquico, el estado fisiológico, la edad y muchas más informaciones que aún no podemos comprender. Las feromonas son capaces de alterar el estado psicológico de un animal y por esta razón a veces podemos observar cambios repentinos en posturas, miradas, alteración de la atención, aparentemente sin explicación. Las fuentes de feromonas se encuentran en diferentes partes del cuerpo del animal: las glándulas perianales y supracaudales, las podales y la faciales y peribucales. A través el frotamiento de estas glándulas los perros dejan sus marcas para que los demás puedan a su vez obtener información.
Los perros además son capaces de percibir olores diferentes con una sensibilidad muchísimas veces superior a la de los humanos. Gracias a esta asombrosa capacidad pueden trabajar con el hombre en detectar olores por ejemplo de drogas, explosivos o rescatar personas atrapadas en caso de desastres ambientales. Los perros de trabajo representan hoy en día la primera elección en estas situaciones y la tecnología todavía no ha podido superar la perfección que la naturaleza ha otorgado a estos seres vivientes.  


Reglas de oro en la comunicación con el perro

Aprender a usar la voz: las evidencias demuestran que los animales son más sensibles a nuestro tono de voz que a las palabras que pronunciamos. De hecho son más propensos a obedecer a tonos bajos de voz, como por ejemplo los de un hombre respeto a los de una mujer. Por tanto si reñimos un perro utilizando un tono cariñoso obtendremos exactamente el efecto contrario. Tampoco gritarle tiene efecto: el sensible oído del perro puede percibir muy bien los sonidos. Solo conseguiremos asustarle. Si no nos escucha no depende de que no nos oiga, probablemente no sabemos hablarle.  

Saber utilizar los comandos: es mejor utilizar palabras cortas respeto a frases. Los perros entienden un vocabulario restringido y por supuesto son ajenos a las reglas gramaticales…Para hacerle entender que no queremos que haga algo un “NO” seco con tono decidido será suficiente.

Evitar el castigo: en la mayoría de los casos el castigo se utiliza mal y se abusa de él con la consecuencia que el perro se vuelve miedoso y hasta agresivo. El castigo en muchos casos rompe los enlaces emocionales de forma irreparable. Utilizar métodos positivos de adiestramiento puede ser más difícil pero a la larga  compensa al animal y al dueño y fortalece su relación.

Coherencia: en la comunicación debemos intentar enviar mensajes claros y coherentes. Si tres veces dejamos que el perro haga una cosa y una no, él no entenderá si puede o no puede hacerlo. Es importante que toda la familia se ponga de acuerdo sobre este punto.

Ponerse al mismo nivel: otorgar al perro emociones y facultades humanas puede dificultar la comunicación. Debemos utilizar nuestros conocimientos y nuestra superioridad intelectual para ponernos a nivel del perro. Si lo conseguimos no habrá errores ni falsas interpretaciones.

No conferir al perro emociones humanas: culpabilidad, remordimiento, venganza, son solo algunas de las emociones que no caracterizan los perros y que, quizás por los personajes del cine, de la televisión o de los cuentos, tendemos a asociar a ellos.

Ser consciente de los límites de nuestro perro: no obstante sus capacidades excepcionales, los perros tienen limitaciones. Conocerlas nos ayudará a no pretender demasiado de ellos.

Saber observar: como los buenos etólogos, podemos observar el comportamiento de nuestro perro. A parte los mensajes codificados genéticamente, cada sujeto es un mundo y su carácter depende sí de los genes pero también de sus experiencias individuales y de la forma de interactuar con el ambiente. Además descubrir comportamientos que solo nuestro perro manifiesta lo hace único e insustituible.

Saber interpretar: después de observar es importante procesar la información de forma correcta. Por esto es importante aprender un vocabulario que nos permita interpretar correctamente los mensajes que recibimos de nuestro amigo sin equivocaciones.

Conocer para saber actuar: informarnos, leer mucho, intercambiar experiencias, preguntar a profesionales. Cuanto más conozcamos sobre los perros mejor. Descubriremos un mundo diferente y quizás aprenderemos que después de todo nosotros también llevamos dentro  un mundo de instintos y sensaciones que nos acercan a los animales y a la naturaleza.




(Revista "Perros & Compañía" octubre 2010 - nº 197)

Perro hombre: relación en positivo

Lejos de ser solo una moda, la educación en positivo se basa en estudios científicos y en las teorías del aprendizaje que cada día demuestran su eficacia y están respaldadas por los estudios de los más importantes etólogos modernos. Construir una relación positiva significa respetar al animal y sus inclinaciones naturales, hacer que se desarrolle completamente desde un punto de vista físico y emocional, poner su bienestar por encima de nuestras expectativas, reconocer si ha desarrollado un problema e intentar solucionarlo.
A veces solo se trata de aprender a comunicarnos e interpretar las señales que cada animal envía y, por supuesto, saber responder utilizando un lenguaje que el animal pueda entender sin equivocaciones.

Empezar desde muy temprano
Hoy sabemos que el cachorro tiene potencialidad de socializarse solo en un periodo relativamente breve. Desde las tres a las doce semanas debemos exponer el cachorro a todos los estímulos posibles que encontrará durante su vida. Esto es fundamental para que pueda tener una adaptación al entorno correcta y no sufra miedos y ansiedades. Se ha demostrado que cachorros mantenidos aislados, sin ningún tipo de estímulo en este periodo tan importante, una vez crecidos no son en grado de enfrentarse a situaciones nuevas, cosa que los etólogos llaman “neofobia”.
En los cachorros normalmente el periodo de socialización acaba cuando empiezan a poder tener miedo. En este momento las estructuras cerebrales que permiten experimentar esta sensación maduran y si el cachorro no se ha socializado con un estímulo concreto puede ser que siempre tenga cierta hesitación hacia él. Evidentemente no todos los sujetos reaccionan de la misma forma y con el entrenamiento y la experiencia es posible que el animal pueda tener una recuperación normal. De todos modos vale la pena prevenir posibles problemas.
Otro factor que puede influir desde muy temprano es el destete. Es necesario que no sea demasiado temprano para que el cachorro por un lado reciba todos los nutrientes necesarios y por otro adquiera un normal equilibrio emocional que solo la madre puede otorgarle. La idea que cuanto más temprano se adopte un cachorro mejor se adaptará a su nuevo ambiente es, por lo tanto, muy equivocada y hasta peligrosa. Es posible que muchos problemas de conducta como la intolerancia al estrés y problemas de ansiedad e hiperapego puedan derivar de esta equivocación.  

Otorgar al perro un abanico de posibilidades para enfrentarse a las situaciones
Si un animal debe enfrentarse a un peligro es importante que posea los instrumentos para hacerlo. Nuestros animales no cazan una presa y no deben defenderse de un depredador, pero también pueden sufrir situaciones estresantes como cambios en su vida diaria, ausencia de un propietario que ven como una figura de seguridad, experiencias traumáticas. Todo esto lo superarán más fácilmente a medida que tengan la posibilidad de escoger entre estrategias de adaptación.
Pienso en estas posibilidades comparándolas al juego del domino. Si en la mesa tenemos unas fichas (situaciones a las cuales el perro debe adaptarse), seguiremos el juego solo si tenemos fichas variables, con más números respeto a si solo tenemos números que se repiten o pocas fichas.
Esto se obtiene incitando el animal a enfrentarse a retos que pueda solucionar de forma autónoma, para que aprenda él solo estrategias para salir de una determinada situación. De esta forma aumentamos su confianza y su tolerancia a la frustración en caso que una o dos veces no consiga lo que quiera pero sí la tercera.
Podemos también influir en el ambiente para que sea más agradable, proporcionando al animal la posibilidad de esconderse en un lugar que para él es seguro cuando quiere un poco de “intimidad” o en el caso sufra algún tipo de miedo. Es importante que pueda tener un sitio para “recargar pilas” y volver a recuperar el equilibrio si percibe que lo necesita.

Respetar el temperamento
Se trata de un concepto bastante nuevo si aplicado en los animales, pero no tanto si pensamos en el ser humano.
Cada persona y cada animal nacen con unas inclinaciones, con la tendencia que es del todo genética a ser más o menos atrevido o más o menos tímido. Se trata de entender a nuestra mascota y hacer un esfuerzo para adaptarnos a su forma de ser. Si sabemos que es un animal tímido, no lo forcemos a acercarse, ya lo hará cuando tenga más confianza. Es evidente que hay algunos comportamientos que pueden ser patológicos y deben ser solucionados porque implican el bienestar del animal. Si tenemos dudas es importante acudir a un especialista que podrá evaluar el comportamiento y darnos los consejos más adecuados. Se trata de respetar al animal y no pretender de él lo que no puede darnos, un poco como puede pasar con un niño: hay padres que quieren que su hijo sea músico pero si no es una inclinación natural este niño se estresará para obtener unos resultados y no desarrollará completamente su personalidad. En algunos casos la raza de perro que escojamos puede orientarnos sobre sus aptitudes, pero siempre es importante evaluar cada sujeto por separado.


Cada perro es único y su carácter depende de su genética y de su experiencia que implica el aprendizaje

Las bases de la educación en positivo
Ya los primeros estudios etológicos habían llegado a esta sencilla pero importante conclusión:”Una conducta reforzada positivamente tiende a repetirse, mientras que una no reforzada tiende a extinguirse”. Pensándolo bien no es tan complicado: si jugamos a las tragaperras y vemos que ganamos, estaremos más dispuestos a seguir jugando. Si nunca ganamos, es probable que dejemos de hacerlo.
Los perros “funcionan” así: saben que si hacen algo obtienen una recompensa, así que lo hacen. Ignorar los comportamientos indeseados lleva a que estos comportamientos desaparezcan sin necesidad de castigar. El problema es que muchas veces nuestro primer instinto es castigar y no nos damos cuenta que esto, sobre todo si mal hecho como en la mayoría de los casos, crea otros tipos de asociaciones negativas de las cuales no nos damos cuenta y que de todos modos nos pasarán factura. Por ejemplo si castigamos a destiempo el perro no aprende, no sabe porque lo estamos castigando. Y encima le estamos creando un conflicto en el momento que llegamos a casa, por ejemplo y él quiere recibirnos pero por su experiencia de otras ocasiones piensa que lo vamos a castigar, no sabe porque. Este conflicto puede generar estrés que, sobre todo si llega a ser crónico, puede representar una fuente de comportamientos diferentes de tipo patológico.

Permitir que el animal desarrolle sus comportamientos naturales dentro de lo posible.
Cada especie animal tiene unos comportamientos naturales que la vida en cautividad no satisface. Un ejemplo es lo que vemos en muchos zoo en los cuales, sobre todo osos y felinos, realizan comportamientos repetitivos sin ninguna razón aparente. Esto sucede, en la mayoría de los casos porque se encuentran en un ambiente en el cual no pueden desarrollar sus comportamientos naturales de caza, no tienen un ambiente rico en estímulos que les llamen la atención y así empiezan a tener un comportamiento alterado. Estos comportamientos repetitivos se denominan estereotipias.
Antes que se desarrolle este comportamiento es posible que el animal haya dado algún aviso que por otra parte no se ha entendido o se ha ignorado.
También en el perro podemos notar conductas que nos avisan que el animal no se encuentra “a gusto” en su ambiente. Cada sujeto puede reaccionar de forma diferente según lo que hemos comentado acerca del temperamento, pero señales como jadear, lamerse los belfos, girar sobre si mismo, demostrar excitación o, al contrario, o perder el interés por el ambiente y los estímulos que proponemos, deben ser interpretados y evaluados correctamente. El animal debe poder realizar conductas que realizaría en libertad, como por ejemplo poder olfatear, jugar con sus símiles, correr, explorar y todo lo que un animal hace normalmente. Con pocos minutos dedicados al paseo no es suficiente, sobre todo si se trata de un animal muy activo, de una raza con aptitud cazadora y activa. En casa podemos ofrecer juegos interactivos que tengan el animal ocupado sobre todo si debe quedarse solo. Aunque tengamos jardín o un espacio exterior no olvidemos que puede ser un espacio pobre de estímulos y no adaptado a las necesidades del animal.
Algunos propietarios (es más común de lo que pensamos), no dejan que su perro olfatee, pensando que es un comportamiento “poco higiénico” o por prisa. Al contrario: gracias a este comportamiento el animal adquiere mucha información sobre el ambiente y otros animales y esto le ayuda a conocer el ambiente y a estar más tranquilo y relajado en él.

Establecer una rutina
La rutina permite al animal controlar el ambiente, saber lo que va a pasar para reducir el estrés. Si hay control sobre el ambiente es más posible adaptarse a él. Experimentos en ratas demuestran que un grupo de ratas en el cual se aplicaba una descarga eléctrica después de una señal experimentaban menos estrés respeto a otro grupo en el cual se suministraba la misma descarga sin una señal de aviso. Si sabemos lo que va a pasar nuestro cerebro y nuestro organismo se preparan y el estrés y sus consecuencias son mucho menores.
Una consecuencia de esta afirmación es que debemos ser consistentes y coherentes. El animal debe saber que esperarse de nosotros para que no haya malentendidos y comportamientos inadecuados. Saber manejar las recompensas es uno de los puntos de fuerza. La recompensa sigue un comportamiento deseado, mientras que uno que no queremos aumentar no debe ser premiado. Premiar a destiempo induce confusión en el animal e incluso puede crear asociaciones inesperadas y comportamientos indeseados.    


Saber lo que queremos del perro y respetar sus inclinaciones naturales, saber qué queremos comunicarle y cómo hacerlo de la mejor forma para que lo entienda sin equivocaciones, quizás todo esto represente un reto para nosotros, pero la recompensa final es una vida armoniosa y la satisfacción de poder compartir con nuestro animal una relación sana y única.



 (Revista "Perros & Compañía" enero 2012 - nº 212 )