jueves, 12 de abril de 2012

La relación entre el perro y el hombre entre historia, realidad, mitos y leyendas



Es una verdad incontestable que la civilización humana sin la colaboración con los animales no se hubiese desarrollado de la forma que hoy la conocemos. La evolución de la relación entre hombre y animal es una fascinante aventura en la que no faltan contrastes, desafíos, luchas, victorias y derrotas, pero que se repropone siempre de forma diferente y siempre nos enseña que el hombre no puede pensar en su evolución sin considerar que es parte de un equilibrio natural.
De hecho hoy en día cambia la percepción de la relación con el animal: no se trata de explotar el animal a ventaja del hombre, si no que el animal pasa a ser un interlocutor que aporta su punto de vista en un verdadero diálogo permitiendo al hombre crecer y desarrollarse a la luz de estas nuevas prospectivas que lo hacen más humano. Nace la zooantropología.        

Los ancestros
En 2008, en Bélgica, en la cueva Goyet, se encontró la evidencia científica más antigua de la domesticación del perro. Este descubrimiento debido a paleontólogos del Instituto Real Belga de Ciencias Naturales, hace retroceder la fecha de inicio de la relación hombre-perro a unos 31.700 años, en plena era Auriñaciense, al inicio del Paleolítico Superior. El perro encontrado es muy parecido al moderno Husky aunque de dimensiones mayores, las de un Gran Danés.

Muchas son las teorías acerca del origen y domesticación del perro. Acerca de su origen, se admite que el perro desciende del lobo (Canis lupus), aunque algunos científicos han teorizado que chacales y coyotes también participaron en la genética del perro como hoy lo conocemos.
Sobre la domesticación tampoco hay acuerdo: pensando en tiempo en los cuales el hombre debía competir con los animales por el alimento, parece difícil creer que tuviese el tiempo y los conocimientos para seleccionar sujetos más dóciles, cruzarlos entre si y obtener animales adaptados a sus necesidades. Además la idea de domesticar un lobo parece más cercana a una película de ficción que a la realidad y más por un hombre primitivo con problemas más urgentes por resolver. Según el  profesor Raymond Coppinger; la naturaleza salvaje del lobo hace imposible su domesticación. Así que para explicar la domesticación introduce una característica de la conducta de los lobos llamada “distancia de vuelo". Esta característica sería crucial en la posibilidad de domesticar al lobo. La distancia de vuelo consiste en la posibilidad que algunos sujetos dejen acercarse más a un posible peligro, compreso el hombre, antes de huir. La teoría más acreditada describiría un escenario muy diferente: el hombre primitivo construye asentamientos en los cuales abundan los desperdicios, importante fuente de alimento por el lobo que es un cazador pero ocasionalmente puede comportarse de carroñero. Así que sujetos con distancia de vuelo más corta, utilizaron estos desperdicios como fuente de alimento, introduciéndose poco a poco en los asentamientos y acostumbrándose a la presencia del hombre.  Según estas observaciones, la domesticación y evolución de lobo a perro no se debería a la acción del hombre, si no a la selección natural en crear sujetos genéticamente menos desconfiados y tranquilos que crearon poblaciones con estas mismas características que se transmitían a las nuevas generaciones, aumentando la tolerancia hacia el hombre y pudiendo crear una relación con él. Como podemos ver, la imagen del hombre domesticando seres salvajes y agresivos pierde su fascinante y romántica atmósfera de mito para acercarse más a una realidad en la cual la naturaleza sigue teniendo su primordial importancia en el desarrollo de hombres y animales. 

La Edad Antigua
Signos de la importancia que el perro va asumiendo al lado del hombre se encuentran en las más antiguas cuevas prehistóricas, en las cuales pinturas rupestres muestran figuras caninas en situaciones de caza. En los Kurgan, tumbas en las cuales se enterraban los muertos en las poblaciones de centro y este de Europa y Asia central, a veces podemos encontrar también enterrados sus animales, a partir del V milenio a. C. y siguiendo con los hunos como últimos representantes  (siglo V d. C) o los nómadas magiares (siglo VI).
En las antiguas civilizaciones de la región del Tigris, Eufrates y Nilo, nos llega constancia del Saluki o Galgo Persa, ágil y rápido, utilizado por aquellas poblaciones durante la caza. En las poblaciones musulmanas que más tarde ocuparon la región, el Saluki se considera un regalo de Allah y es también utilizado en la caza. Esto no obstante el perro no sea bien considerado en su cultura hasta el punto que llamar una persona “perro” se considera un grave insulto. De estos perros derivan los greyhounds modernos.  


En el Antiguo Egipto encontramos las más famosas representaciones del dios Anubis, una figura humana con cabeza de perro (cinocéfalo), que según la mitología ayuda la diosa Isis a sepultar dignamente Osiris, perseguido hasta en la muerte por el maligno Seth. Como dios de los muertos preside funerales y acompaña los muertos pesando sus almas. Se trata un perro “Tesem”, o perro de los Faraones, que tiene mucho parecido con el Podenco Ibicenco de las Baleares y Península Ibérica, presentando un cuerpo longilíneo y orejas rectas y puntiagudas.



Más allá de la mitología, el perro en el Antiguo Egipto se consideraba un fiel compañero, sobre todo de los potentes: perros momificados se han encontrado enterrados con sus amos y en figuras pintadas en las paredes de sus tumbas. En el famoso abanico encontrado en la tumba del Faraón Tutankhamon, se puede ver un perro que lo acompaña en la caza.



Figuras de perros vigilan las tumbas y los lugares sagrados de los egipcios y en muchas culturas indo-iraniana son perros que vigilan el puente de Tschinavat donde dioses puros e impuros se disputan las almas de los difuntos. Hoy en día en las poblaciones de Parsis de la India Occidental, un perro se pone a lado de un moribundo porque lo mire a los ojos antes que muera.
La costumbre en los pueblos antiguos de enterrar perros con humanos se muestra en poblaciones de la Siberia como en el México precolombino y demuestra antiguos contacto entre Eurasia y continente americano.         
En la Grecia Antigua era muy difusa la agricultura y el pastoreo, así que el perro se utilizaba también en otras tareas, aunque se prefería para cazar: Ulises caza por las verdes colinas de Itaca con su fiel Argo que será el primero en reconocerle a su vuelta después de los años de peregrinaciones: esto se cuenta en la Odisea de Homero:




Palazzo Milzetti, Sala di Numa Pompilio: Ulisse riconosciuto da Argo (particolare del soffitto)

…con todo, bien a Ulises notó que hacia él se acercaba y, al punto,
Coleando dejó las orejas caer, mas no tuvo
Fuerzas ya para alzarse y llegar a su amo. Éste al verlo
Desvió su mirada, enjugóse una lágrima…
… y a Argos sumióle la muerte en sus sombras
No más ver a su dueño de vuelta al vigésimo año.”

Siempre en la mitología griega el perro Cerbero vigila la puerta del Hades, el inframundo para los griegos, para que los muertos no puedan salir y los vivos no puedan entrar. Se representa como un perro con tres cabezas, una negra, una roja y una blanca, los colores de Tierra, Agua y Luna. Objeto de muchos mitos, fue sumiso por Heracles en una de sus fatigas y seducido por el canto de Orfeo permitiendo su ingreso en el Hades en búsqueda de Euridice, Hermes logró dormirlo usando agua del río Lete mientras que en la mitología romana, Eneas lo adormeció usando tortas de miel con droga.


Asociado al poder de sanar encontramos al perro asociado a Asclepio, dios griego de la medicina que se llamará Esculapio para los romanos. 

El filósofo Diógenes tenía como apodo “el perro”, y sus seguidores se nombraban “cínicos” de cynotis que en griego significa perro.   En una ocasión le preguntaron al filósofo cínico Diógenes que porque tenía de apodo “El perro”, a lo que él contestó: “Muevo el rabo ante los que me dan algo, ladro a los que no me dan y muerdo a los malvados”.

En cuanto a las razas de perro más difundidas en la época, Aristóteles describe siete razas de perros en Grecia: el Epiro, pastor grande y fuerte, el meliteo, pequeño y delicado y antepasado del maltés, los perros guardianes de Laconia, los molosos, muy apreciados por los cazadores, los de Cirene, Egipto y la India. Alejandro Magno utilizaba, en sus batallas, poderosos molosos famosos por ser capaces de enfrentarse a leones y elefantes. Los utilizaba en formación en las batallas para sembrar el pánico en las tropas enemigas.
En la civilización romana el perro asume el rol de guardián de los rebaños y de la casa y de guerrero al lado de los soldados en las diferentes campañas, sobre todo en contra de los Gallos, como recuerda Shakespeare en su Julio Cesar. Estos perros guerreros estaban armados de collares de puntas afiladas, mientras otros ejemplares se utilizaban como perros de enlace: se les hacía ingerir un tubo de cobre que en su interior contenía un mensaje, cuando llegaban a destino eran eviscerados para recuperar el tubo con la información. Con Julio Cesar apareció el “Canis pugnacis”, con fuertes mandíbulas y antepasado de los modernos bulldogs dogo de Burdeos y Dogo o Alano Alemán.


La verdad es que al menos al principio los romanos no se preocupaban de la raza así que el escritor Varrón en su obra “De re rustica” sugería que un perro de pastoreo debía ser criado y educado por un pastor porque si lo educaba un carnicero podía atacar al ganado, mientras si educado por un cazador se pondría a perseguir la presa dejando el ganado.
Los perros de los romanos eran tipo moloso, grandes y fuertes con orejas pequeñas y erguidas y fuertes colmillos. Se utilizaban también para la defensa de la casa y conocidos como “perros de familia”. De hecho en la entrada de las casas romanas (celebres son las de las casas de Pompéia) se podía leer una inscripción que ponía “Cave Canem” es decir cuidado con el perro. Estos perros eran alimentados, pero se tenían atados con pesadas cadenas para aumentar su agresividad y la verdad es que funcionaba…



La imagen del perro se asocia al infinito alternarse entre vida y muerte: así que la trecena y última constelación del antiguo zodíaco mexicano es la del perro. Esta constelación indica la muerte y el  fin, pero al mismo tiempo reafirma que desde el fin hay una nueva renalcita, de un nuevo y renovado comienzo.  

En la mitología Celta a menudo los guerreros se comparaban a los perros para honorarlos.  Así el nombre del gran guerrero Cúchulaín significaba “el perro de Culann” La llegada del cristianismo asoció el perro a la presencia diabólica, así que en Bretaña el “perro negro” encarna las almas perdidas y el mismo demonio asume la forma de un perro negro para atormentar a los humanos.

En algunas culturas se llegaba a promulgar leyes para la protección de los perros: en la población de los Burgundos (que ocupaban el territorio de la actual Borgoña), una ley condenaba a los ladrones de perros a abrazar públicamente el trasero del perro y si se negaba debía pagar una multa al propietario y una al tribunal.

El Medioevo y al Renacimiento.
En el Medioevo la pobreza difusa y las escasas e inadecuadas vías de comunicación hacían los viajes peligrosos también por la presencia de manadas de perros igual que de lobos. En estos años oscuros, la religión seguía considerando los perros como encarnación del demonio, aunque tanto los ricos como los pobres se acompañaban a los perros que eran parte de la vida cotidiana. Para los ricos señores el perro era un fiel compañero de caza y a los jóvenes se les enseñaban las aptitudes guerreras para que las desarrollase a través de la educación. Parte de esta era la cacería: el joven adiestraba a su propio perro hasta llegar a una verdadera complicidad en la cual perro y hombre estaban unidos por la misma pasión.

Caccia notturna. Paolo Uccello

Se practicaba también una empírica selección genética en la cual se buscaban dotes de resistencia, capacidad de buscar y perseguir a la presa y la agresividad. El mismo rey de Francia cuidaba mucho sus manadas de perros y en los documentos de la época podemos admirar miniaturas como las del museo Condé di Chantilly en las cuales se aprecian las razas de perro de la época y los cuidados también sanitarios que se les dedicaban. De todos modos en la época paleocristiana y bizantina las representaciones de perros son escasas, a excepción de las de San Bernardo que afirmaba que no se puede amar el próximo si no se ama a su propio perro o San Roque que se representa en compañía de un perrito que le traía comida cuando enfermó de peste. 

El mismo Giotto en la capilla Scrovegni representa una escena conmovedora del perro de Joaquín que intenta consolar a su amo, y testimonia la fidelidad y devoción del mejor amigo del hombre.

El Renacimiento representa una época de cambios: los perros siguen siendo utilizados en la caza, pero asumen cada vez más el papel de animal de compañía sobre todo de niños y señoras que prefieren razas de tamaño pequeño que pueden adornar con elegantes accesorios, mientras que los galgos son los más representados en las escenas de caza. Aparecen los primeros tratados de Veterinaria y son numerosas las pinturas en las que vemos fieles perros a los pies de las familias aristocráticas.


Retrato de una dama con perro

Mientras tanto en el Nuevo Mundo los perros se utilizan por los conquistadores para derrotar las poblaciones autóctonas. Poderosos molosos como Becerrillo y su hijo Leoncillo  son tristemente famosos por matar a numerosos indígenas y prisioneros.  

La Era Moderna
Acabados los tiempos de mitos y leyendas, en la historia moderna el perro ha asumido siempre más un papel de fiel compañero del hombre en su historia y sus conquistas. De las epopeyas de las exploraciones de Ártico y Antártico, imposibles sin el soporte de las formidables manadas de perros nórdicos, a la participación en las últimas Guerras Mundiales como perros mensajeros, sanitarios,  de tiro y portadores.



Más tarde en tiempos de paz, la especialización de los perros los ve protagonistas de numerosas historias de salvamento y rescate, como ayuda de la policía en la búsqueda de explosivos y drogas.




La literatura y más tarde el cine y la televisión crean nuevos héroes a cuatro patas que nunca serán olvidados. Es el caso de “Colmillo blanco”, “Lassie”, “Rin Tin Tin”, los tebeos de Snoopy, Asterix y Obelix con el simpático Idefix, Tin Tin y su inseparable Milou  hasta las memorables historias de Walt Disney  “4 cachorros para salvar”, “La Dama y el Vagabundo”, “101 Dálmatas”, citando los más famosos.


Se desarrollan actividades humanitarias en las que los perros son protagonistas. Es el caso de la terapia con animales utilizados en personas ancianas, niños con enfermedades o problemas cognitivos, minusválidos, presos y últimamente reduces de las guerras en Iraq y Afganistán. Aumentan los perros de compañía reforzando el estricto vínculo con el hombre. 

En esta breve historia hemos reafirmado que realmente el perro es un compañero insustituible sin el cual la historia de la humanidad probablemente no sería la misma, así como la vida de muchos de nosotros.

    

(Revista "Perros & Compañía nº 202 - Marzo 2011)

1 comentario:

  1. Los seres humanos estamos estrechamente relacionados al mundo animal, de hecho, muchas teorías afirman que estamos compuestos un gran porcentaje al igual que ellos. Lo único que nos diferencia a los animales es el razonamiento, sin embargo, muchos estudios han confirmado que la capacidad de lógica en estos seres está altamente relacionada, y segun científicos los cocodrilos han sido parte también del desarrollo tanto animal como del ser humano.

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